23 diciembre 2014

Identidad


I
No recuerdo el nombre de las cosas
que me hicieron diferente
he olvidado la combinación
de palabras mágicas
las que me transformaban en sapo
en culebra o en ave fénix ...
he olvidado quien soy porque
sólo quiero recordar quien quiero ser
y me marea la idea
de no saber quien fui.

II
A veces pienso
que he nacido para celebrar…
celebrar el maravilloso día
de mi muerte
y cada día perfecciono
las aristas de esta vida
que crecen sólo para rendirse
ante el brillante final
que está en constante equilibrio
con el perpetuo principio.

III
Mi cuerpo está hecho de nubes
de espinas y plumas
de bicicletas mal estacionadas
cicatrices sin memoria y caricias acumuladas
de mariposas azules mi cuerpo
está hecho mi cuerpo es
una calle solitaria un árbol que vuela un río
que lleva miles de barquitos de papel
hechos con todos los poemas escritos
y algunos en blanco para poder seguir.

IV
Cierro los ojos y escucho mi llanto de bebé
aún con los ojos cerrados toco mi rostro y recuerdo
como perdí mi primer diente de leche
me recuerdo ahogado y rescatado del mar
el miedo de mi primer orgasmo ahora es música
soy la piel de la ciudad donde se escribió el graffiti ...
abro los ojos y aquí estoy otra vez
en este cuerpo que alucina la vida
flotando en una habitación de flores de metal
con este delicado pretexto que es respirar.



 © Adrián
Junio-Diciembre 2014

11 diciembre 2014

Un árbol


A las 4:44am
un árbol en mi jardín trató de volar
y falló en el intento.
Era aquel pino que plantaron hace unos años
los antiguos inquilinos
después de una navidad,
fue la vez en que le dijeron al niño
que Papá Noel no existía
y el pequeño se puso a llorar
desconsoladamente.

O quizá fue el árbol del conocimiento
que se quedó sin manzanas
y cayó fulminado
ante la mirada seductora de Eva desnuda
que no paraba de repetir su mantra
“dios no existe, dios no existe, dios no existe”
y sonriente corrió y corrió por el jardín de las delicias
-el del Bosco, por supuesto-
mientras Adán la veía excitado y listo para cometer
todos los pecados posibles.

O quizá fue el árbol de un sueño
ese que siempre crece en el lugar menos esperado
en la tina cuando ella está tomando un baño curativo
o en medio de la oficina cuando él
está teniendo una crisis existencial
o en medio del asfalto
con la entera población mirándolo
mientras el árbol abre los ojos y les dice
“El hombre no existe”
y todos se apuran a despertar en ese instante.



© Adrián
tormenta del 11 de diciembre 2014